1267, 20 / 06 / 15,

Ayer viernes,
todo iba de maravilla,
ya de vacaciones,
haciendo planes para playeo,
empezando el libro nuevo de Isabel Allende,
El amante Japonés.
Desayuné poco y temprano.
Comí un rissotto.
Que me hice con arroz blanco y lo que había en la nevera.
Vino mi alumno y dimos la clase.
Y todo seguía muy bien.
Llegó el novio de mi hermana y se fueron al cine.
Entonces sucedió.



































A esta señorita, que le gustaba subirse a todos sitios, le daba también por salirse al quicio de la ventana.

Con tan mala suerte. Que su instinto animal le pudo y saltó tras un pájaro con todas sus fuerzas.
El problema es que vivimos en un cuarto, en la calle están de obras.
Y al caer golpeó las vallas. Mi madre la vio saltar. Y escuchamos el golpe metálico.
La pobre salió corriendo a guarecerse en un lugar oscuro, la entrada del garaje.
Allí feneció.
Preferimos pensar que le salieron alitas y fue a reunirse con su anterior compañera de vida.
Que ahora estén las dos en el cielo, disfrutando, divirtiéndose y poniéndose más gorditas.

Tras subir a casa con África en mis brazos. Mi ma y yo salimos a dar un largo paseo.

Donde lloramos. Mi madre llamó a mi hermano y le contó lo ocurrido.
Tras más de dos horas con los perros en la calle, y haber llegado hasta la térmica.
Volvimos a casa.
Al poco tiempo llegó mi hermana. Y le contamos la noticia.
Al principio no se lo podía creer. Rompió a llorar y empezó con un ataque de ansiedad.
Luego terminó pensando lo mismo que mi ma y yo.
Que ahora están África y Sara, juntas para siempre.
Después de leer un poco para desconectar, me fui a la cama.

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